Sábado 15 Noviembre
Presencia
Me detengo un momento
y reflexiono sobre la presencia vivificante de Dios
en cada parte de mi cuerpo, en todo lo que me rodea,
en toda mi vida.
Libertad
Pediré la ayuda de Dios
para liberarme de mis propias preocupaciones,
para abrirme a Dios en este tiempo de oración, y
para llegar a conocerle, amarle y servirle más.
Conciencia
¿Dónde percibo esperanza, ánimo y áreas de crecimiento en mi vida? Echando la vista atrás a los últimos meses, quizá pueda ver qué actividades y ocasiones han dado frutos enriquecedores. Si observo esos entornos, decidiré dedicarles tiempo y espacio en el futuro.
La Palabra de Dios
Lucas 18:1-8 LBLA1Y les refería Jesús una parábola para enseñarles que ellos debían orar en todo tiempo, y no desfallecer, 2diciendo: Había en cierta ciudad un juez que ni temía a Dios ni respetaba a hombre alguno. 3Y había en aquella ciudad una viuda, la cual venía a él constantemente, diciendo: «Hazme justicia de mi adversario». 4Por algún tiempo él no quiso, pero después dijo para sí: «Aunque ni temo a Dios, ni respeto a hombre alguno, 5sin embargo, porque esta viuda me molesta, le haré justicia; no sea que por venir continuamente me agote la paciencia». 6Y el Señor dijo: Escuchad lo que dijo el juez injusto. 7¿Y no hará Dios justicia a sus escogidos, que claman a Él día y noche? ¿Se tardará mucho en responderles? 8Os digo que pronto les hará justicia. No obstante, cuando el Hijo del Hombre venga, ¿hallará fe en la tierra?
Inspiración
Algunas personas que han hecho sus peticiones a Dios una y otra vez y siguen sin recibirlas empiezan a dudar de que Dios les escuche. Pero Dios escucha todas las oraciones y responderá de la forma más adecuada para cada persona. Puesto que la oración tiene que ver con una conexión, cada oración de nuestro corazón nos cambia y nos acerca a Dios. En un sentido real, la oración es su propia recompensa y un privilegio extraordinario. Recemos por una confianza más profunda.
Conversación
La conversación requiere hablar y escuchar.
Que mientras hablo con Jesús aprenda también a estar quieto y a escuchar.
Me imagino la dulzura de Sus ojos
y la sonrisa llena de amor cuando me mira.
Puedo ser totalmente sincero con Jesús cuando le hablo de mis preocupaciones y mis desvelos.
Le abriré mi corazón cuando le cuente mis miedos y mis dudas.
Le pediré que me ayude a ponerme plenamente a su cuidado,
a abandonarme a Él,
sabiendo que Él siempre quiere lo mejor para mí.
Conclusión
Doy gracias a Dios por Su don de amor
mientras avanzo con alegría y esperanza
para servir a Su pueblo.
Amén
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