Sábado 29 Marzo
Presencia
«Estad quietos y sabed que Yo soy Dios». (Salmo 46:10). Señor, Tus palabras nos conducen a la calma y a la grandeza de Tu presencia.
Libertad
«Hay muy poca gente
que se dan cuenta de lo que Dios haría de ellos
si se abandonaban en sus manos,
y se dejen formar por su gracia». (San Ignacio)
Pido la gracia de confiarme totalmente al amor de Dios.
Conciencia
Mi alma anhela Tu presencia, Señor. Cuando dirijo mis pensamientos hacia Ti, encuentro paz y satisfacción.
La Palabra de Dios
Lucas 18:9-14 LBLA9Refirió también esta parábola a unos que confiaban en sí mismos como justos, y despreciaban a los demás: 10Dos hombres subieron al templo a orar; uno era fariseo y el otro recaudador de impuestos. 11El fariseo puesto en pie, oraba para sí de esta manera: «Dios, te doy gracias porque no soy como los demás hombres: estafadores, injustos, adúlteros; ni aun como este recaudador de impuestos. 12Yo ayuno dos veces por semana; doy el diezmo de todo lo que gano». 13 Pero el recaudador de impuestos, de pie y a cierta distancia, no quería ni siquiera alzar los ojos al cielo, sino que se golpeaba el pecho, diciendo: «Dios, ten piedad de mí, pecador». 14Os digo que este descendió a su casa justificado pero aquel no; porque todo el que se ensalza será humillado, pero el que se humilla será ensalzado.
Inspiración
Aquí, Jesús da una lección muy importante sobre la oración. Para que nuestras oraciones sean escuchadas, debemos orar siempre con humildad ante nuestro Dios. La humildad es la verdad, la verdad de nuestra propia pequeñez y de nuestra total dependencia de Dios. En esta actitud nos presentamos ahora ante Dios para orar de corazón.
En su oración, el fariseo se centró en sí mismo y en todo lo que había hecho. El recaudador de impuestos se centró en Dios y en su gran misericordia. Santa Teresa de Ávila enseñó que la verdadera oración consiste más en amar que en pensar. Hay mucha verdad en la afirmación de que cuando estamos pensando en la oración, estamos con nosotros mismos, y cuando estamos amando en la oración, estamos con Dios. La oración tiene que ver con una relación. ¿Voy a la oración sólo para pedir cosas para mí y para los demás, o paso la mayor parte del tiempo en compañía del Señor, compartiendo con Él y escuchándole?
Conversación
«No hay condenación para los que están en Cristo Jesús». (Romanos 8:1). Me dirijo a Aquel que me ama y me conoce mejor de lo que yo puedo amarme o conocerme a mí mismo. Le pido lo que sea que necesite en este momento.
Conclusión
Lleno de la presencia amorosa de Dios,
le pido que me bendiga y guíe mis pasos
mientras voy a hacer Su obra en mi vida diaria.
Amén
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