Presencia

«El mundo está cargado de la grandeza de Dios». (Gerard Manley Hopkins)
Me detengo un momento en la presencia de Dios a mi alrededor,
en cada parte de mi cuerpo,
y en lo más profundo de mi ser.

Libertad

Dios no es ajeno a mi libertad.
En cambio, el Espíritu da vida a mis deseos más íntimos,
empujándome suavemente hacia todo lo que es bueno.
Pido la gracia de dejarme envolver por el Espíritu.

Conciencia

Hay un momento y un lugar para cada cosa, como dice el refrán.
Señor, haz que siempre desee
pasar tiempo en Tu presencia,
para escuchar Tu llamada.

La Palabra de Dios

⁵² Los judíos entonces contendían entre sí, diciendo: ¿Cómo puede este darnos a comer su carne? ⁵³ Entonces Jesús les dijo: En verdad, en verdad os digo: si no coméis la carne del Hijo del Hombre y bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros. ⁵⁴ El que come mi carne y bebe mi sangre, tiene vida eterna, y yo lo resucitaré en el día final. ⁵⁵ Porque mi carne es verdadera comida, y mi sangre es verdadera bebida. ⁵⁶ El que come mi carne y bebe mi sangre, permanece en mí y yo en él. ⁵⁷ Como el Padre que vive me envió, y yo vivo por el Padre, asimismo el que me come, él también vivirá por mí. ⁵⁸ Este es el pan que descendió del cielo; no como el que vuestros padres comieron, y murieron; el que come este pan vivirá para siempre. ⁵⁹ Esto dijo Jesús en la sinagoga, cuando enseñaba en Capernaúm.

Inspiración

Que a los judíos se les dijera que debían comer la carne de este hombre si querían tener vida en el más allá debió de ser, para muchos de ellos, ir demasiado lejos. Jesús les dice que los resucitará en el último día. Pero sólo Dios puede hacerlo, por lo que, a sus ojos, es un blasfemo. Sólo la fe en quién es Jesús puede permitirnos recibir su cuerpo y su sangre en la Eucaristía.

Nuestras almas necesitan alimentarse con la comida y la bebida reales del cuerpo y la sangre de Cristo, si quieren tener su vida en nosotros. Nuestro Dios siempre anhela entregarse a nosotros.

Conversación

Recordando que sigo estando en la presencia de Dios,
imagino al propio Jesús de pie o sentado a mi lado,
y digo lo que tengo en mente, lo que hay en mi corazón,
hablando como un amigo a otro.

Conclusión

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo,
como era en el principio,
es ahora y será siempre,
mundo sin fin. Amén.

Amén