Miércoles 21 Mayo
Presencia
Me detengo un momento
y reflexiono sobre la presencia vivificante de Dios
en cada parte de mi cuerpo, en todo lo que me rodea,
en toda mi vida.
Libertad
Pido la gracia de creer
en lo que podría ser y hacer
si sólo permitiera a Dios, mi amoroso Creador,
para seguir creándome, guiándome y dándome forma.
Conciencia
Querido Señor, ayúdame a ser siempre
consciente de las cosas importantes de la vida,
a preocuparme por los que me rodean,
a buscar Tu presencia en todas las personas con las que me encuentro.
La Palabra de Dios
Juan 15:1-8 LBLA1 Yo soy la vid verdadera, y mi Padre es el viñador. 2 Todo sarmiento que en mí no da fruto, lo quita; y todo el que da fruto, lo poda para que dé más fruto. 3 Vosotros ya estáis limpios por la palabra que os he hablado. 4 Permaneced en mí, y yo en vosotros. Como el sarmiento no puede dar fruto por sí mismo si no permanece en la vid, así tampoco vosotros si no permanecéis en mí. 5 Yo soy la vid, vosotros los sarmientos; el que permanece en mí y yo en él, ese da mucho fruto, porque separados de mí nada podéis hacer. 6 Si alguno no permanece en mí, es echado fuera como un sarmiento y se seca; y los recogen, los echan al fuego y se queman. 7 Si permanecéis en mí, y mis palabras permanecen en vosotros, pedid lo que queráis y os será hecho. 8 En esto es glorificado mi Padre, en que deis mucho fruto, y así probéis que sois mis discípulos.
Inspiración
Estamos llamados a dar mucho fruto, y a convertirnos así en sus discípulos. Sin los sarmientos no habrá fruto en la vid. Como los de la parábola de los talentos, Dios espera de nosotros que utilicemos nuestros dones en beneficio de los demás y que seamos fructíferos. Cristo necesita a sus apóstoles y a sus seguidores para hacer crecer el reino de Dios en la tierra. Recemos para que no nos falte nada en esta tarea.
No hace falta ser jardinero para apreciar que la imagen de la vid y los sarmientos es una de las más poderosas para quienes pretenden tener a Cristo en el centro de su vida. Cada aliento que damos, cada paso, sólo se debe a Dios, que sostiene todo lo que existe. Pedimos con humildad una profunda apreciación de esto y gratitud.
Conversación
Señor, ayúdame a silenciarme y a calmarme lo suficiente como para escuchar Tu voz apacible y pequeña. Ayúdame a confiar en lo que oigo. Tu Palabra trae consuelo, consolación y aliento. Todo lo demás lo dejo de lado.
Conclusión
Doy gracias a Dios por Su don de amor
mientras avanzo con alegría y esperanza
para servir a Su pueblo.
Amén
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