Jueves 3 Julio •St Thomas, Apostle
Presencia
La paz de Dios es el tesoro de los tesoros, «la perla de gran precio» – Señor, que pueda experimentar esta paz ahora mismo, en Tu santa presencia.
Libertad
«Hay muy poca gente
que se dan cuenta de lo que Dios haría de ellos
si se abandonaban en sus manos,
y se dejen formar por su gracia». (San Ignacio)
Pido la gracia de confiarme totalmente al amor de Dios.
Conciencia
Querido Señor, ayúdame a ser siempre
consciente de las cosas importantes de la vida,
a preocuparme por los que me rodean,
a buscar Tu presencia en todas las personas con las que me encuentro.
La Palabra de Dios
Juan 20:24-29 LBLA24Tomás, uno de los doce, llamado el Dídimo , no estaba con ellos cuando Jesús vino. 25Entonces los otros discípulos le decían: ¡Hemos visto al Señor! Pero él les dijo: Si no veo en sus manos la señal de los clavos, y meto el dedo en el lugar de los clavos, y pongo la mano en su costado, no creeré.
26Ocho días después, sus discípulos estaban otra vez dentro, y Tomás con ellos. Y estando las puertas cerradas, Jesús vino y se puso en medio de ellos, y dijo: Paz a vosotros. 27Luego dijo a Tomás: Acerca aquí tu dedo, y mira mis manos; extiende aquí tu mano y métela en mi costado; y no seas incrédulo, sino creyente. 28Respondió Tomás y le dijo: ¡Señor mío y Dios mío! 29Jesús le dijo: ¿Porque me has visto has creído? Dichosos los que no vieron, y sin embargo creyeron.
Inspiración
Cuántas veces a lo largo de los siglos se ha dicho la gente: Oh, si pudiera ver a Dios una vez u oír su voz. Pero Dios es Espíritu y no puede ser visto. Los judíos vieron a un hombre y, dados sus antecedentes en el Antiguo Testamento, no podían tener ni idea de que se trataba de Dios. San Pablo nos recuerda en Filipenses que, aunque una vez vimos a Jesús en la carne, no es así como lo vemos ahora. Ahora le vemos y le oímos sólo a través de nuestra fe. Y somos dichosos porque ahora podemos dar alegría a Jesús a través de nuestra fe en Él. 'Señor creemos, ayuda nuestra incredulidad'.
Conversación
Querido Jesús, puedo abrirte mi corazón.
Puedo contarte todo lo que me preocupa.
Sé que Te preocupas por todas las inquietudes de mi vida.
Enséñame a vivir sabiendo
que Tú, que me cuidas hoy,
me cuidarás mañana y todos los días de mi vida.
Conclusión
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo,
como era en el principio,
es ahora y será siempre,
mundo sin fin. Amén.
Amén
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