Presencia

Al entrar en este momento de oración, tomo conciencia de mi respiración, que es el regalo sustentador de vida que Dios me hace. Me permito respirar un poco más despacio, profunda y suavemente durante un par de momentos.

Libertad

Querido Señor, infunde en mi corazón
el deseo de conocerte y amarte más.
Que responda a Tu voluntad para mi vida.

Conciencia

Ayúdame, Señor, a ser más consciente de Tu presencia.
Enséñame a reconocer Tu presencia en los demás.
Llena mi corazón de gratitud por las veces que Tu Amor se me ha mostrado a través del cuidado de los demás.

La Palabra de Dios

²⁸Pero, ¿qué os parece? Un hombre tenía dos hijos, y llegándose al primero, le dijo: «Hijo, ve, trabaja hoy en la viña». ²⁹Y respondiendo él, dijo: «No quiero»; pero después, arrepentido, fue. ³⁰Y llegándose al otro, le dijo lo mismo; pero él respondió y dijo: «Yo iré, señor»; y no fue. ³¹¿Cuál de los dos hizo la voluntad del padre? Ellos dijeron: El primero. Jesús les dijo: En verdad os digo que los recaudadores de impuestos y las rameras entran en el reino de Dios antes que vosotros. ³² Porque Juan vino a vosotros en camino de justicia y no le creísteis, pero los recaudadores de impuestos y las rameras le creyeron; y vosotros, viendo esto, ni siquiera os arrepentisteis después para creerle.

Inspiración

El pasaje del Evangelio de hoy nos recuerda que, con frecuencia, nuestras acciones no coinciden con nuestras declaraciones de fe. Jesús pudo comprobarlo a menudo en el ejemplo de los sumos sacerdotes y los ancianos, que con frecuencia parecían decir con sus palabras “sí” a todo lo que Jesús decía, pero con sus acciones indicaban que tenían la clara intención de hacer exactamente lo contrario.

Reflexionar sobre esto durante un rato puede enseñarme algo sobre mi propio comportamiento.

Conversación

¿Cómo me ha conmovido la Palabra de Dios?
¿Me ha dejado frío?
¿Me ha consolado o me ha movido a actuar de una manera nueva?
Imagino a Jesús de pie o sentado a mi lado y
Me volteo y comparto mis sentimientos con Él.

Conclusión

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo,
como era en el principio,
es ahora y será siempre,
mundo sin fin. Amén.

Amén