Viernes de la primera semana de Adviento: recostarse ante el peligro
Presencia
Dios está conmigo, pero más aún, Dios está dentro de mí. Permíteme detenerme un momento en la presencia vivificadora de Dios en mi cuerpo, en mi mente, en mi corazón, mientras estoy aquí, ahora mismo.
Escritura
Jonás 1:4-6 LBLA
Y el Señor desató sobre el mar un fuerte viento, y hubo una tempestad tan grande en el mar que el barco estuvo a punto de romperse. Los marineros tuvieron miedo y cada uno clamaba a su dios; y arrojaron al mar la carga que estaba en el barco para aligerarlo. Pero Jonás había bajado a la bodega del barco, se había acostado y dormía profundamente. El capitán se le acercó y le dijo: ¿Cómo es que estás durmiendo? ¡Levántate, invoca a tu Dios! Quizás tu Dios piense en nosotros y no pereceremos.
Reflexión
Dios ordenó al profeta del Antiguo Testamento Jonás que predicara el arrepentimiento a la ciudad pagana de Nínive. Inmediatamente se dirigió lo más lejos posible de Nínive, al puerto más occidental del mundo antiguo. Allí embarcó. Apenas había abandonado tierra cuando se desató una tormenta tan grande que el barco estuvo a punto de hundirse. Los marineros, aterrorizados, empezaron a invocar a sus dioses. ¿Y qué hacía Jonás durante este tumulto? Estaba en las profundidades de la nave, profundamente dormido.
Posponer una tarea importante agota nuestra energía mucho más que la acción. El pensamiento de lo que deberíamos estar haciendo nos persigue, por mucho que intentemos apartarlo al fondo de nuestra mente. Acecha al borde de nuestra conciencia, drenando el momento, desvitalizando el presente. Cuando ignoramos lo que sabemos que tenemos que hacer, escapamos de la tormenta de nuestra mente abdicando de la responsabilidad y refugiándonos en el entumecimiento. Jonás, arrojado al mar, es tragado por un «gran Pez» y pasa tres días en su vientre. Finalmente, desde este lugar tan retirado y oculto, rompe su silencio, no para rezar pidiendo la liberación, sino para clamar sus agradecimientos. Hace lo que Dios le ha pedido. Este es el Dios de las segundas oportunidades.
Oración
Señor, el funeral de tres días de Jonás resulta no haber sido un final, sino un principio. Reza desde la matriz, no desde una tumba, y su oración anuncia el renacimiento. Es muy difícil adorar a Dios en el lugar donde no debemos estar. En este Adviento, ayúdame a abrazar el silencio y la oscuridad, con la seguridad de que Tú estarás conmigo y me llevarás a la luz.
No soy muy diferente de Jonás. ¿De qué huyo hoy? ¿Qué me pide Dios que no haga? ¿En qué sentido necesito cambiar mis actitudes para convertirme en un canal del amor de Dios? ¿Cuál es mi Nínive?
Haz que, en este Adviento, encuentre las respuestas a estas preguntas.
Amén
Gloria a ti, Padre, fuente de todo ser,
a ti, Jesús, Verbo hecho carne,
a ti Espíritu Santo, Consolador,
como era antes de que comenzara el tiempo,
es ahora y será en el futuro.
Amén.