Sábado de la tercera semana de Adviento: ¡Ábrete!
Presencia
En cualquier momento del día o de la noche, podemos invocar a Jesús. Siempre está esperando, escuchando nuestra llamada. Qué bendición tan maravillosa. No hace falta teléfono, ni correos electrónicos, sólo un susurro
Escritura
Marcos 7: 31-37 LBLA
Volviendo a salir de la región de Tiro, pasó por Sidón y llegó al mar de Galilea, atravesando la región de Decápolis. Y le trajeron a uno que era sordo y que hablaba con dificultad, y le rogaron que pusiera la mano sobre él. Entonces Jesús, tomándolo aparte de la multitud, a solas, le metió los dedos en los oídos, y escupiendo, le tocó la lengua con la saliva; y levantando los ojos al cielo, suspiró profundamente y le dijo: ¡Effatá!, esto es: ¡Abrete! Y al instante se abrieron sus oídos, y desapareció el impedimento de su lengua, y hablaba con claridad. Y Jesús les ordenó que a nadie se lo dijeran; pero mientras más se lo ordenaba, tanto más ellos lo proclamaban. Y se asombraron en gran manera, diciendo: Todo lo ha hecho bien; aun a los sordos hace oír y a los mudos hablar.
Reflexión
¡Ephphatha! (¡Ábrete!) Cuando en los Evangelios se utilizan las palabras originales de Jesús en arameo, se acentúa la intimidad de un momento y la naturaleza profundamente personal de la comunicación de Jesús. Piensa en talitha koum, «¡niña, levántate!». (Marcos 5:41); eloi, eloi, ¡lama sabactani! «Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?». (Mateo 27,46; Marcos 15,34); y Abba, «padre» (Marcos 14,36).
Sin embargo, este encuentro en particular es extraordinario. El suspiro de compasión de Jesús indica una profunda comprensión del mundo silencioso y aislado que habitaba este pobre hombre. Incapaz de oír, incapaz de hablar. La intimidad de esta curación es casi chocante: Jesús metiendo sus dedos en los oídos del hombre y su propia saliva en la boca del hombre. La crudeza física de sus acciones demuestra poderosamente que Jesús ha entrado de lleno en la humanidad. Aquí, trasciende los límites tradicionales para lograr un cambio profundo.
Cuando estamos paralizados espiritual y emocionalmente, incapaces de recibir el amor de Dios y aislados de las energías espirituales de nuestra alma, necesitamos dejar entrar a Cristo en nosotros, recibir sus palabras en lo más profundo de nuestro ser, abrirnos por completo a su poder curativo. ¡Ephphatha!
Oración
Jesús, aléjame de la multitud a un lugar apartado. sopla el mandato en lo más profundo de mi ser: ¡ephphatha! Libérame de todas las cosas que me alejan de ti y de los demás. Abre de golpe las puertas cerradas de mi habla y de mi oído. Libérame para escuchar las voces que me gritan. Libera mi lengua para decir palabras de consuelo. Desata mis manos para tocar a los demás con ternura y amor.
Amén
Gloria a ti, Padre, fuente de todo ser,
a ti, Jesús, Verbo hecho carne,
a ti Espíritu Santo, Consolador,
como era antes de que comenzara el tiempo,
es ahora y será en el futuro.
Amén.