Domingo de la segunda semana de Adviento: Luchando con Dios
Presencia
Señor, Dios, mi Creador, Acércate a mí ahora. Mi alma anhela Tu presencia.
Escritura
Génesis 32:22-30 LBLA
Y aquella misma noche [Jacob] se levantó, y tomó a sus dos mujeres, a sus dos siervas y a sus once hijos, y cruzó el vado de Jaboc. Los tomó y los hizo pasar el arroyo, e hizo pasar también todo lo que tenía. Jacob se quedó solo, y un hombre luchó con él hasta rayar el alba. Cuando vio que no había prevalecido contra Jacob, lo tocó en la coyuntura del muslo, y se dislocó la coyuntura del muslo de Jacob mientras luchaba con él. Entonces el hombre dijo: Suéltame porque raya el alba. Pero Jacob respondió: No te soltaré si no me bendices. Y él le dijo: ¿Cómo te llamas? Y él respondió: Jacob. Y el hombre dijo: Ya no será tu nombre Jacob, sino Israel, porque has luchado con Dios y con los hombres, y has prevalecido.
Entonces Jacob le preguntó, y dijo: Dame a conocer ahora tu nombre. Pero él respondió: ¿Para qué preguntas por mi nombre? Y lo bendijo allí. Y Jacob le puso a aquel lugar el nombre de Peniel, porque dijo: He visto a Dios cara a cara, y ha sido preservada mi vida.
Reflexión
Uno de los episodios más inquietantes del Génesis es la lucha nocturna y sin palabras entre Jacob y el misterioso forastero a orillas del Jaboc. Jacob es un hombre profundamente defectuoso y engañoso. Viaja para hacer las paces con Esaú, el hermano al que tan gravemente había agraviado muchos años antes, engañándole con su primogenitura. Tras enviar a su familia al otro lado del río, Jacob se quedó solo al caer la noche. En este ambiente oscuro y melancólico, llegó un forastero sobrenatural y lanzó un violento ataque contra Jacob.
Jacob reaccionó rápidamente ante la agresión. La lucha que siguió fue agotadora. No había armas, sólo cuerpo forcejeando con cuerpo hora tras hora tras hora en un encuentro brutal y sin palabras. Cuando el alba se deslizaba por el horizonte, Jacob quedó repentinamente incapacitado. Su oponente invisible le había dislocado el muslo sin esfuerzo. Habiendo prevalecido en una contienda igualitaria, el tramposo Jacob fue él mismo engañado en la victoria. Fue entonces cuando se pronunciaron las primeras palabras. El adversario de Jacob dijo: «Vámonos, que está amaneciendo».
«No te dejaré marchar», dijo Jacob entre dientes apretados, «a menos que me bendigas». Su vida había estado marcada por elaborados engaños perpetrados tanto por él como sobre él. A orillas del Jaboc, Dios le obligó a un desafío frontal y Jacob descubrió que disponía de recursos que no sabía que tenía. Era una situación que exigía una confrontación cara a cara y Jacob respondió. Demostró valor, resistencia y tenacidad y, cuando fue injustamente inmovilizado, cedió sólo en sus propios términos y fue rebautizado con el nombre de «Israel», que significa «el que luchó con Dios». Este hombre tortuoso pero tenaz llegaría a ser el patriarca de las doce tribus de Israel, la tierra que lleva su nombre.
Oración
Para muchos de nosotros llega un momento en que, para avanzar, primero debemos detenernos. Tenemos que alejarnos de todos y de todo en nuestras vidas y -a solas con nosotros mismos- enfrentarnos a todos los compromisos que hemos hecho. Para encontrar nuestro camino, tenemos que adentrarnos en la oscuridad.
Señor, cuando me encuentre en ese campo de batalla oscuro y solitario, luchando contra todo lo que me aleja de ti, ayúdame a perseverar en mi lucha y dame la fuerza para reconciliarme con mi pasado y mi presente, y con aquellos a quienes pueda haber hecho daño.
Amén
Gloria a ti, Padre, fuente de todo ser,
a ti, Jesús, Verbo hecho carne,
a ti Espíritu Santo, Consolador,
como era antes de que comenzara el tiempo,
es ahora y será en el futuro.
Amén.