Viernes de la primera semana de Adviento
Oración inicial
Nos tranquilizamos y permitimos que nuestro cuerpo se relaje. Tomamos conciencia de nuestra respiración. Que podamos atraer la presencia de tu amor mientras inhalamos y exhalamos.
Escritura
Mateo 9:27-31
27 Al irse Jesús de allí, dos ciegos le siguieron, gritando y diciendo: ¡Hijo de David, ten misericordia de nosotros! 28 Y después de haber entrado en la casa, se acercaron a Él los ciegos, y Jesús les dijo: ¿Creéis que puedo hacer esto? Ellos le respondieron: Sí, Señor. 29 Entonces les tocó los ojos, diciendo: Hágase en vosotros según vuestra fe. 30 Y se les abrieron los ojos. Y Jesús les advirtió rigurosamente, diciendo: Mirad que nadie lo sepa. 31 Pero ellos, en cuanto salieron, divulgaron su fama por toda aquella tierra.
Reflexión
Es difícil ver con claridad en la oscuridad, y los ojos tardan un rato en adaptarse. En mi vida, intento ver las cosas no sólo en blanco y negro, sino en muchos tonos de gris. Como ser humano, no siempre soy perfecta. Tengo una perspectiva limitada; a veces veo las cosas de forma diferente a los demás. Cuando me encuentro juzgando a las personas, cuando no puedo verlas como realmente son, pido a Dios que «tenga piedad de mí». Soy consciente de que no siempre veo con claridad y, por tanto, no siempre veo la foto completa. Como madre de una gran familia, mi mente se ha abierto a muchas circunstancias que no hubiera deseado. He tenido que cavar hondo para ver con un corazón iluminado. Efesios 1:18-19: «Para que, con los ojos de vuestro corazón iluminados, conozcáis cuál es la esperanza a la que Dios os ha llamado, cuáles son las riquezas de la gloriosa herencia de Dios entre los santos, y cuál la inconmensurable grandeza del poder de Dios para con nosotros los que creemos, según la operación del gran poder de Dios».
Oración de reflexión
Señor, abre los ojos de mi corazón para que vea como tú ves.
Cuando mi visión se nuble, trae suavemente tu luz.
Ayúdame a mirar con misericordia, no con juicio.
Dame sabiduría para reconocer tus caminos y ver con claridad la esperanza a la que me llamas.
Oración final
«Vive en la fe y en la esperanza, aunque sea en la oscuridad, pues en esta oscuridad Dios protege el alma. Deposita tu cuidado en Dios, pues eres Suyo y Él no te olvidará. No pienses que te deja solo, pues eso sería agraviarle».
– San Juan de la Cruz