Viernes de la segunda semana de Adviento
Oración inicial
Dios, permíteme estar quieto y saber que estás conmigo. Ayúdame a rendirme a tu presencia pacífica, dejando ir las ansiedades. Confío en que me conduces a una comprensión más profunda de tu amor por mí.
Escritura
Mateo 5:44
Pero yo os digo: Amad a vuestros enemigos y orad por los que os persiguen.
Reflexión
Es fácil amar a las personas con las que estamos de acuerdo o a las que nos resulta fácil amar, pero también estamos llamados a amar a nuestros enemigos y a rezar por los que nos persiguen. Recuerdo un momento de mi vida en el que fui injustamente objeto de una acusación falsa ante una reunión de personas. Estaba tan conmocionada que no podía hablar. Tardé mucho tiempo en superarlo, pues luchaba con pensamientos y sentimientos de haber sido herida. Esto me mantuvo encadenada a una mentalidad que me impedía seguir adelante. Con el tiempo, me di cuenta de que Dios caminaba a mi lado mientras yo atravesaba con Él esta experiencia. Me tomó de la mano y me ayudó a afrontar esta situación con valentía.
En nuestro mundo, somos testigos de personas que adoptan opiniones extremas y que incluso actúan de acuerdo con ellas con violencia. Esto está muy lejos del deseo de Jesús: «Que todos sean uno» (Juan 17:21). Dios necesita nuestra ayuda para transformar los corazones y las mentes, confiando en que Él está en nuestro atribulado mundo y actúa a través de las personas que caminan a su lado. Personalmente, me cuesta rezar por las personas que hieren a otras, y sólo puedo hacerlo cuando soy sincera con Dios sobre mis sentimientos de ira y frustración. Entonces, suelo encontrar fuerzas para rezar por ellos, lo que creo que es un buen comienzo. Esta conciencia me mantiene humilde, dándome cuenta de que tengo mucho trabajo por hacer en mi viaje espiritual.
Oración de reflexión
Señor, si me cuesta amar a los que me han herido, abrázame.
Ayúdame a ser sincero con mis sentimientos y a apoyarme en tu fuerza.
Enséñame a ver con tus ojos, y deja que tu amor me cure.
Oración final
«Lo que se nos pide es que amemos; y este amor en sí mismo nos hará dignos tanto a nosotros como a nuestro prójimo, si es que algo puede hacerlo. De hecho, ésa es una de las cosas más significativas del poder del amor. No hay forma bajo el sol de hacer a un hombre digno de amor, salvo amándolo. En cuanto se sienta amado -si no es tan débil que ya no pueda soportar ser amado-, sentirá que se hace digno de amor al instante. Responderá extrayendo de sus propias profundidades un misterioso valor espiritual, una nueva identidad llamada a existir por el amor que se le da.»
– Thomas Merton