Jueves de la primera semana de Adviento
Oración inicial
En la quietud de este momento, vengo con el corazón y mente abiertos, dispuesto a recibir tu paz y a descansar en la presencia de tu amor.
Escritura
Mateo 7:21, 24-27
«No todo el que me diga: ‘Señor, Señor’, entrará en el reino de los cielos, sino sólo el que haga la voluntad de mi Padre que está en los cielos. 24 Por tanto, cualquiera que oye estas palabras mías y las pone en práctica, será semejante a un hombre sabio que edificó su casa sobre la roca; 25 y cayó la lluvia, vinieron los torrentes, soplaron los vientos y azotaron aquella casa; pero no se cayó, porque había sido fundada sobre la roca. 26 Y todo el que oye estas palabras mías y no las pone en práctica, será semejante a un hombre insensato que edificó su casa sobre la arena; 27 y cayó la lluvia, vinieron los torrentes, soplaron los vientos y azotaron aquella casa; y cayó, y grande fue su destrucción.
Reflexión
En la actualidad, nuestro mundo está experimentando un aumento en la frecuencia de las tormentas, acompañadas de lluvias, inundaciones, huracanes, vientos y olas de calor. También podemos sufrir tormentas en nuestras vidas, de distinto tipo, independientemente del lugar del mundo en que vivamos: disputas familiares, iglesia, guerras, etc. Jesús dice que resistiremos las tormentas y las atravesaremos y superaremos si escuchamos sus palabras. En la agitación, ¿podemos escuchar cómo siguen las tormentas, por muy desafiantes que sean? Dios está intentando revelar un corazón atento a Su guía y un espíritu abierto a Su plan para resolver los conflictos. Una Iglesia sinodal se esfuerza por conseguirlo, haciendo hincapié en la importancia de escucharse unos a otros y entablar un diálogo abierto y respetuoso. «La poderosa tormenta pronto amainará, porque Jesús está a mi lado, Él dio su vida para liberarme, iluminarme, fortalecerme y sanarme» (Red Mundial de Oración del Papa).
Oración de reflexión
Señor, cuando las tormentas se crucen en mi camino, mantenme anclado en tu palabra.
Enséñame a escuchar tu voz en la confusión.
Dame el valor de confiar en tu voluntad y de caminar con confianza a tu lado.
Que tu calma y tu fuerza me guíen con seguridad a través de cada tormenta.
Oración final
Isaías 55: 8-9
Porque mis pensamientos no son vuestros pensamientos,
ni vuestros caminos mis caminos —declara el Señor.
9 Porque como los cielos son más altos que la tierra,
así mis caminos son más altos que vuestros caminos,
y mis pensamientos más que vuestros pensamientos.