Session 3: Sailing into deeper water
Quietud
Tómate un momento para quedarte quieto mientras comenzamos esta sesión:
Recuerda cualquier preocupación que hayas tenido recientemente… al respirar, compártela con Dios… incluso podrías entregar algunas de ellas, al menos por ahora… al respirar, entrégaselas a Dios… cada vez que inhales, inhala el amor de Dios por ti… deja que llene tu cuerpo . . . haz tres respiraciones más profundas. . .
Escritura
Lucas 5:1-6,10-11 LBLA
5 Y aconteció que mientras la multitud se agolpaba sobre Él para oír la palabra de Dios, estando Jesús junto al lago de Genesaret, 2 vio dos barcas que estaban a la orilla del lago, pero los pescadores habían bajado de ellas y lavaban las redes. 3 Subiendo a una de las barcas, que era de Simón, pidió que se separara de tierra un poco; y sentándose, enseñaba a las multitudes desde la barca. 4 Cuando terminó de hablar, dijo a Simón: Sal a la parte más profunda y echad vuestras redes para pescar. 5 Respondiendo Simón, dijo: Maestro, hemos estado trabajando toda la noche y no hemos pescado nada, pero porque tú lo pides, echaré las redes. 6 Y cuando lo hicieron, encerraron una gran cantidad de peces, de modo que sus redes se rompían.10 y lo mismo les sucedió también a Jacobo y a Juan, hijos de Zebedeo, que eran socios de Simón. Y Jesús dijo a Simón: No temas; desde ahora serás pescador de hombres. 11 Y después de traer las barcas a tierra, dejándolo todo, le siguieron.
Reflexión
La siguiente etapa de nuestro viaje vital hacia lo mejor que podemos ser puede expresarse en sólo una palabra: «Sígueme». Nuestra respuesta a esta llamada nos llevará toda la vida y está sujeta a una renovación diaria. Íñigo nos acompaña a lo largo del camino en lo que él llama la Segunda Semana (o segunda etapa) de sus Ejercicios, durante la cual nos invita a seguir a Jesús cada vez más de cerca, adentrándonos cada vez más profunda y personalmente en el Evangelio. La lectura de hoy nos ofrece un poderoso y convincente «lanzamiento» a esta etapa de nuestro camino.
De hecho, «lanzarse» es exactamente lo que ocurre cuando Jesús se encuentra con los pescadores a orillas del lago. Primero encuentra las barcas vacías y luego descubre a los pescadores haciendo una breve pausa para lavar sus redes. ¿Te has preguntado alguna vez cómo y dónde podría encontrarte? Quizá tu barca espiritual también esté amarrada en la orilla mientras tú, ciertamente, te dedicas a las tareas de la vida cotidiana. Sin embargo, este interludio está a punto de sufrir un cambio drástico. Jesús sube directamente a la barca vacía de Simón. Tómate un momento para reflexionar sobre cómo te sentirías si Jesús subiera directamente a la barca de tu vida. Cuando crees que lo tienes todo bajo control, aparece este cautivador y enigmático desconocido que entra directamente.
Luego procede a decirte dónde tienes que navegar: primero a cierta distancia de la orilla, para poder dirigirse mejor a las multitudes que se están reuniendo, y luego la petición muy desafiante: «Salid a aguas más profundas e intentad pescar». Lo que parece no saber es que llevas toda la noche intentando pescar, y sin conseguirlo. ¿Cómo crees que habrías reaccionado ante las palabras de Jesús? Simón protesta, pero sin embargo hace lo que Jesús le pide.
A nosotros también se nos invita a adentrarnos en aguas más profundas. Cada uno de nosotros se verá llamado a llevar más lejos su viaje interior, a ir más allá de los límites que nos hayamos fijado. Seguir a Jesús nunca nos permitirá quedarnos a salvo en nuestra zona de confort. Seguir es siempre un verbo activo. Se trata de aprender, moverse y crecer. Para la familia humana en su conjunto, la invitación es crecer más allá de nuestras limitaciones actuales y arriesgarnos tanto al dolor como a la promesa del crecimiento y la transformación. Se dice sabiamente que nunca descubrirás nuevas tierras si no sales del puerto. No conoceremos lo «mejor» que anhelamos a menos que nos arriesguemos a navegar hacia aguas más profundas.
La lectura termina con la promesa de Jesús de que, a partir de ahora, se convertirán en pescadores de personas. En un sermón memorable que oí una vez, el ministro dijo lo siguiente: «Jesús les invitó a ser pescadores de personas porque ya eran pescadores de peces». En otras palabras, la llamada que Dios nos hace nos invita a utilizar las habilidades, los talentos y la experiencia que ya tenemos. El ministro continuó preguntándonos: «¿Qué os habría dicho Jesús?» ¿Qué dones y capacidades personales se te pide que aportes a esta gran aventura de transformación?
Habla con Dios
Quizá la historia de la llamada de los pescadores no capte tu imaginación porque no te interesa la pesca. Si es así, ¿cómo responderías a la pregunta: «¿Cómo te invita Jesús a seguirle?» ¿Qué talentos, intereses y experiencia tienes que él necesite para su misión?
¿Tal vez sientes que tu viaje espiritual está varado en la orilla o en aguas poco profundas? ¿Quizá hay demasiadas redes que lavar y poco tiempo para navegar? ¿Te imaginas a Jesús entrando en tu «barca» y pidiéndote que vuelvas a zarpar? ¿Cómo responderías?
Esta semana podrías traer a la oración la invitación a «remar mar adentro». ¿Qué sientes ante esta llamada? ¿Qué significa concretamente para ti «aguas más profundas» en el contexto de tu viaje interior?
A la luz de nuestra experiencia, ¿podría ser que toda la familia humana esté llamada a navegar en aguas más profundas mientras nos esforzamos por llegar a ser más plena y verdaderamente humanos? ¿Qué podría significar esto? ¿Qué «peces» podríamos descubrir en aguas más profundas?
Anota en tu diario cualquier cosa que te haya impresionado especialmente esta semana, y cómo sientes que Dios puede estar llamándote a navegar en aguas más profundas. Intenta expresar tu respuesta, con palabras o imágenes.
Al reflexionar sobre las múltiples capas de la llamada de Jesús, podríamos rezar esta semana pidiendo la gracia de comprender lo que Su llamada significa para cada uno de nosotros, y para todos nosotros, y el valor de seguirle, dondequiera que Él nos guíe.