5º Domingo de Cuaresma
Oración inicial
Señor, concédeme verte más claramente,
amarte más entrañablemente, y seguirte más de cerca,
día a día.
Escritura
Lucas 11:1-4
11 Y aconteció que estando Jesús orando en cierto lugar, cuando terminó, le dijo uno de sus discípulos: Señor, enséñanos a orar, así como Juan enseñó también a sus discípulos. 2 Y Él les dijo: Cuando oréis, decid: «Padre, santificado sea tu nombre. Venga tu reino.
3 Danos hoy el pan nuestro de cada día.
4 Y perdónanos nuestros pecados,
porque también nosotros perdonamos a todos los que nos deben.
Y no nos metas en tentación».
Reflexión
La respuesta de Nuestro Señor a la petición de Sus discípulos de que les enseñara a orar pone de relieve la profunda sencillez y profundidad del Padre Nuestro. En lugar de ofrecer una fórmula compleja, Jesús proporciona una oración que abarca la alabanza, la sumisión a la voluntad de Dios, la dependencia diaria, el perdón y la protección contra el mal. Esto nos enseña que la oración genuina consiste en fomentar una relación estrecha y personal con Dios, en la que compartimos abiertamente nuestras necesidades, expresamos gratitud y buscamos alinearnos con Su propósito divino.
Cada petición del Padre Nuestro conlleva un reto importante para nuestra vida cotidiana. Dirigirnos a Dios como «Padre» nos llama a reconocer nuestra humanidad compartida y a tratar a todos como hermanos y hermanas. Pedir que venga el reino de Dios nos insta a participar activamente en la creación de un mundo de justicia, paz y amor. Pedir el pan de cada día nos recuerda nuestra responsabilidad de garantizar la satisfacción de las necesidades básicas de todos, tanto físicas como espirituales. Pedir perdón mientras perdonamos a los demás subraya la importancia de la reconciliación y la misericordia en nuestras relaciones. Al comprometernos a fondo con cada aspecto del Padre Nuestro, transformamos nuestra oración en una guía dinámica para vivir nuestra fe de forma práctica e impactante.
Contemplación
Me tomo unos instantes para imaginar la escena del relato evangélico que acabo de leer. Dejo que las palabras cobren vida en mi corazón. Visualizo el acontecimiento como si estuviera allí y formara parte de la historia. Presto atención a todos los detalles, las imágenes, los sonidos, los sabores, los olores y los sentimientos del acontecimiento. Me imagino como uno de los personajes de la escena o como yo mismo presente en la historia. ¿Qué mensaje tiene Jesús para mí? ¿Cómo me está hablando Dios personalmente a través de esta historia? Abro mi corazón a la inspiración del Espíritu Santo.
Acción de Gracias
Pido a Dios, Padre, que me dé una conciencia clara de los muchos dones que he recibido,
para que, lleno de gratitud por todo, pueda en todo amar y servir a la Majestad Divina.
Compañeros peregrinos
No te preocupes por tener las palabras adecuadas; preocúpate más por tener el corazón adecuado. No es elocuencia lo que busca, sólo honestidad.
– Max Lucado
Oración final
Cristo conmigo,
Cristo ante mí,
Cristo detrás de mí,
Cristo en mí,
Cristo debajo de mí,
Cristo arriba de mí,
Cristo a mi derecha,
Cristo a mi izquierda,
Cristo cuando me acuesto,
Cristo cuando me siento,
Cristo cuando me levanto,
Cristo en el corazón de todo el que piensa en mí,
Cristo en la boca de todo el que habla de mí,
Cristo en todo ojo que me ve,
Cristo en todo oído que me oye.
¡Gracias sean dadas a Dios por Jesucristo nuestro Señor!
Amén.