Domingo de Ramos
Oración inicial
Señor, concédeme verte más claramente,
amarte más entrañablemente, y seguirte más de cerca,
día a día.
Escritura
Lucas 23:13-38
13 Entonces Pilato convocó a los principales sacerdotes, a los gobernantes y al pueblo, 14 y les dijo: Me habéis presentado a este hombre como uno que incita al pueblo a la rebelión, pero habiéndole interrogado yo delante de vosotros, no he hallado ningún delito en este hombre de las acusaciones que hacéis contra Él. 15 Ni tampoco Herodes, pues nos lo ha remitido de nuevo; y he aquí que nada ha hecho que merezca la muerte. 16 Por consiguiente, después de castigarle, le soltaré.
17 Y tenía obligación de soltarles un preso en cada fiesta. 18 Pero todos ellos gritaron a una, diciendo: ¡Fuera con este, y suéltanos a Barrabás! 19 (Este había sido echado en la cárcel por un levantamiento ocurrido en la ciudad, y por homicidio.) 20 Pilato, queriendo soltar a Jesús, les volvió a hablar, 21 pero ellos continuaban gritando, diciendo: ¡Crucifícale! ¡Crucifícale! 22 Y él les dijo por tercera vez: ¿Por qué? ¿Qué mal ha hecho este? No he hallado en Él ningún delito digno de muerte; por tanto, le castigaré y le soltaré. 23 Pero ellos insistían, pidiendo a grandes voces que fuera crucificado. Y sus voces comenzaron a predominar. 24 Entonces Pilato decidió que se les concediera su demanda. 25 Y soltó al que ellos pedían, al que había sido echado en la cárcel por sedición y homicidio, pero a Jesús lo entregó a la voluntad de ellos.
26 Cuando le llevaban, tomaron a un cierto Simón de Cirene que venía del campo y le pusieron la cruz encima para que la llevara detrás de Jesús.
27 Y le seguía una gran multitud del pueblo y de mujeres que lloraban y se lamentaban por Él. 28 Pero Jesús, volviéndose a ellas, dijo: Hijas de Jerusalén, no lloréis por mí; llorad más bien por vosotras mismas y por vuestros hijos. 29 Porque he aquí, vienen días en que dirán: «Dichosas las estériles, y los vientres que nunca concibieron, y los senos que nunca criaron». 30 Entonces comenzarán a decir a los montes: «Caed sobre nosotros»; y a los collados: «Cubridnos». 31 Porque si en el árbol verde hacen esto, ¿qué sucederá en el seco?
32 Y llevaban también a otros dos, que eran malhechores, para ser muertos con Él.
33 Cuando llegaron al lugar llamado «La Calavera», crucificaron allí a Jesús y a los malhechores, uno a la derecha y otro a la izquierda. 34 Y Jesús decía: Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen. Y echaron suertes, repartiéndose entre sí sus vestidos. 35 Y el pueblo estaba allí mirando; y aun los gobernantes se mofaban de Él, diciendo: A otros salvó; que se salve a sí mismo si este es el Cristo de Dios, su Escogido. 36 Los soldados también se burlaban de Él, acercándose y ofreciéndole vinagre, 37 y diciendo: Si tú eres el Rey de los judíos, sálvate a ti mismo. 38 Había también una inscripción sobre Él, que decía: ESTE ES EL REY DE LOS JUDÍOS.
Reflexión
Se nos invita a recorrer los momentos profundos del sufrimiento, la muerte y la resurrección de Jesús, conocidos colectivamente como el Misterio Pascual. Este viaje no es sólo una secuencia de acontecimientos, sino una experiencia indivisible que revela el significado más profundo de la vida y la misión de Jesús. Al comprometernos plenamente con estos acontecimientos, estamos llamados a reflexionar sobre el poder del sacrificio y la redención en nuestras propias vidas. Abrazar el Misterio Pascual nos anima a encontrar esperanza y renovación a través de nuestras propias pruebas, sabiendo que la resurrección y la vida nueva siguen al sufrimiento y a la muerte.
Jesús, a pesar de ser el Hijo de Dios, se humilló y asumió el papel de siervo, hasta el punto de morir en una cruz. Esta profunda humildad y desinterés nos desafía a adoptar la misma mentalidad en nuestra vida cotidiana. Nos inspira a desprendernos de nuestro ego, abrazar la humildad y servir a los demás con amor y compasión auténticos, siguiendo el ejemplo que nos dio Cristo. Mediante este vaciado de nosotros mismos, nos alineamos más estrechamente con las enseñanzas de Jesús y nos convertimos en verdaderos discípulos.
Contemplación
Me tomo unos instantes para imaginar la escena del relato evangélico que acabo de leer. Dejo que las palabras cobren vida en mi corazón. Visualizo el acontecimiento como si estuviera allí y formara parte de la historia. Presto atención a todos los detalles, las imágenes, los sonidos, los sabores, los olores y los sentimientos del acontecimiento. Me imagino como uno de los personajes de la escena o como yo mismo presente en la historia. ¿Qué mensaje tiene Jesús para mí? ¿Cómo me está hablando Dios personalmente a través de esta historia? Abro mi corazón a la inspiración del Espíritu Santo.
Acción de Gracias
Pido a Dios, Padre, que me dé una conciencia clara de los muchos dones que he recibido,
para que, lleno de gratitud por todo, pueda en todo amar y servir a la Majestad Divina.
Compañeros peregrinos
El amor se demuestra más con hechos que con palabras.
– San Ignacio de Loyola
Oración final
Cristo conmigo,
Cristo ante mí,
Cristo detrás de mí,
Cristo en mí,
Cristo debajo de mí,
Cristo arriba de mí,
Cristo a mi derecha,
Cristo a mi izquierda,
Cristo cuando me acuesto,
Cristo cuando me siento,
Cristo cuando me levanto,
Cristo en el corazón de todo el que piensa en mí,
Cristo en la boca de todo el que habla de mí,
Cristo en todo ojo que me ve,
Cristo en todo oído que me oye.
¡Gracias sean dadas a Dios por Jesucristo nuestro Señor!
Amén.