Abraza la naturaleza silvestre

Hay un proverbio zen que dice: «Déjate llevar o serás arrastrado», y nadie quiere ser arrastrado por el lugar. La Cuaresma nos invita a abrazar este tiempo de desierto. Al ayunar de las cosas que no nos dan vida, también estamos dejando espacio activamente para que Dios insufle vida y amor en nuestros corazones una vez más. Lo hacemos confiando en que Dios, que nos ama, quiere que elijamos la vida y que eliminemos los bloqueos que se interponen en nuestro camino. Esto es una «buena noticia», una verdadera metanoia (un cambio de corazón). El Reino de Dios se está realizando en nosotros y a nuestro alrededor, aún no está completo, pero con cada viaje al desierto nos acercamos más a esa realidad. Que esta Cuaresma sea un periodo de gracia.

Tríona Doherty y Jane Mellett, The Deep End: Un viaje con los Evangelios dominicales en el Año de Marcos