Encontrar la felicidad a través de la espiritualidad
Los seres humanos deseamos la felicidad. A veces la buscamos en los lugares equivocados y acabamos sintiéndonos más infelices que cuando empezamos nuestra búsqueda de la felicidad en primer lugar. A veces es esta elección irreflexiva la que engendra más infelicidad personal y comunitaria. Esa droga recreativa no me hará ningún daño. Es sólo un poco de diversión. Estoy bien, conduciré. La experiencia humana confirma que somos más felices cuando ejercemos la compasión y la generosidad en la diversidad de circunstancias ordinarias de la vida, a través de todos esos “pequeños, innominados, no recordados, actos / de bondad y de amor” (William Wordsworth, “La Abadía de Tintern”) que suelen llenar la mayor parte de nuestro día. La atención a los demás fomenta la satisfacción y la paz, lo que a su vez nos fortalece para acoger las alegrías y soportar las cargas de la tristeza. Los estímulos irresponsables a veces se hacen pasan por felicidad. Sin embargo, suelen ser superficiales y transitorios, y dejan un resplandor hueco. La felicidad es la paz y la satisfacción que nos ayudan a mantener el rumbo con responsabilidad. Los sentimientos superficiales de euforia pasan rápidamente. Desarrollar una espiritualidad sana nos ayudará a encontrar una paz duradera, porque el camino hacia la paz proviene de una vida reflexiva y de aprender de la experiencia lo que significa realmente ser una persona auténtica. Si no existe una pauta de reflexión, al menos mínima, estamos viviendo vidas superficiales.
Jim Maher SJ, Reimaginando la Religión: Una visión jesuita