Nuestro hogar espiritual

Una vez le preguntaron a alguien: «¿Por qué te molestas en permanecer en la Iglesia?» La respuesta es: «No tengo otro hogar espiritual». Escuchamos la palabra y volvemos, a menudo durante la Cuaresma. Nos alejamos de Dios en pequeños o grandes viajes. Puede que no tengamos ganas de volver, pero cuando lo hacemos, sabemos que estamos en casa.

La Iglesia es el hogar porque es donde vive Jesús, no sólo en el edificio, sino en las personas. Jesús vive con cada uno de nosotros, pues «Él tiene su hogar con nosotros». También vive entre nosotros en comunidad, «dondequiera que dos o tres se reúnan en mi nombre».

Necesitamos hacer del edificio y del espíritu de nuestras reuniones un hogar. En nuestro hogar eclesial podemos oír hablar cada semana de las distintas necesidades y celebraciones de la parroquia. Recordamos especialmente a los enfermos, a los moribundos y a los que nos han precedido.

Todos ayudan a construir un hogar. El sacerdote no puede hacerlo solo. ¿Podemos asegurarnos de que cada parroquia tenga un grupo de acogida, un grupo que se mantenga en contacto con los lugareños y planifique futuros acontecimientos?

Donal Neary SJ, El Mensajero del Sagrado Corazón, febrero de 2023