Mateo 19:3-12 LBLA

3Y se acercaron a Él algunos fariseos para probarle, diciendo: ¿Es lícito a un hombre divorciarse de su mujer por cualquier motivo? 4Y respondiendo Jesús, dijo: ¿No habéis leído que aquel que los creó, desde el principio los hizo varón y hembra, 5y añadió: «Por esta razón el hombre dejará a su padre y a su madre y se unirá a su mujer, y los dos serán una sola carne»? 6Por consiguiente, ya no son dos, sino una sola carne. Por tanto, lo que Dios ha unido, ningún hombre lo separe. 7Ellos le dijeron: Entonces, ¿por qué mandó Moisés darle carta de divorcio y repudiarla? 8Él les dijo: Por la dureza de vuestro corazón, Moisés os permitió divorciaros de vuestras mujeres; pero no ha sido así desde el principio. 9 Y yo os digo que cualquiera que se divorcie de su mujer, salvo por infidelidad, y se case con otra, comete adulterio.,

10Los discípulos le dijeron: Si así es la relación del hombre con su mujer, no conviene casarse. 11Pero Él les dijo: No todos pueden aceptar este precepto, sino solo aquellos a quienes les ha sido dado. 12Porque hay eunucos que así nacieron desde el seno de su madre, y hay eunucos que fueron hechos eunucos por los hombres, y también hay eunucos que a sí mismos se hicieron eunucos por causa del reino de los cielos. El que pueda aceptar esto, que lo acepte.


Reflexión on Mateo 19:3-12 LBLA

Inspiración - 2024-08-16 Oración diaria

Nuestro Dios es un Dios de relaciones y desea que participemos en ellas. Dios está comprometido con nosotros y no rompe su alianza con nosotros. Señor, a pesar de nuestra fragilidad humana, ayúdanos a permanecer en relación contigo, a amar y a ser amados.

Jesús comprende la condición humana con sus limitaciones, fragilidades y debilidades. Algunas personas fueron llamadas al celibato, a la vida consagrada o a la soltería, en aquel entonces como ahora. Pero Dios sabe que la mayoría de la gente necesita intimidad humana y nos creó para el matrimonio y la familia, reflejo de su propia vida trinitaria. Que estemos abiertos a seguir Su llamada para nuestras vidas, y a vivir fielmente nuestra vocación, sea cual sea el estado en que nos encontremos. Que también tengamos compasión hacia los que no están a la altura de la llamada que Dios les ha hecho.