Mateo 8:5-17 LBLA

5 Y cuando entró Jesús en Capernaúm se le acercó un centurión suplicándole, 6y diciendo: Señor, mi criado está postrado en casa, paralítico, sufriendo mucho. 7Y Jesús le dijo*: Yo iré y lo sanaré. 8Pero el centurión respondió y dijo: Señor, no soy digno de que entres bajo mi techo; mas solamente di la palabra y mi criado quedará sano. 9Porque yo también soy hombre bajo autoridad, con soldados a mis órdenes; y digo a este: «Ve», y va; y al otro: «Ven», y viene; y a mi siervo: «Haz esto», y lo hace. 10Al oírlo Jesús, se maravilló y dijo a los que le seguían: En verdad os digo que en Israel no he hallado en nadie una fe tan grande. 11Y os digo que vendrán muchos del oriente y del occidente, y se sentarán a la mesa con Abraham, Isaac y Jacob en el reino de los cielos. 12Pero los hijos del reino serán arrojados a las tinieblas de afuera; allí será el llanto y el crujir de dientes. 13Entonces Jesús dijo al centurión: Vete; así como has creído, te sea hecho. Y el criado. fue sanado en esa misma hora.

14Al llegar Jesús a casa de Pedro, vio a la suegra de este que yacía en cama con fiebre. 15Le tocó la mano, y la fiebre la dejó; y ella se levantó y le servía. 16Y al atardecer, le trajeron muchos endemoniados; y expulsó a los espíritus con su palabra, y sanó a todos los que estaban enfermos, 17para que se cumpliera lo que fue dicho por medio del profeta Isaías cuando dijo: El mismo tomo nuestras flaquezas y llevo nuestras enfermedades.


Reflexión on Mateo 8:5-17 LBLA

Inspiración - 2023-07-01 Oración diaria

La reputación de Jesús como sanador se extiende más allá de la comunidad judía. Aquí, un centurión, oficial del ejército romano, viene a pedir la curación de su criado. Como militar, está familiarizado con la autoridad. Reconoce que Jesús tiene autoridad sobre los espíritus malignos y sobre las enfermedades. Jesús se asombra de que un no judío tenga una fe tan fuerte y lo pone como ejemplo. (Aquí la fe es una combinación de confianza y reconocimiento del poder de Jesús).

Observa cómo se multiplican las curaciones esa noche, después de que Jesús curó a la suegra de Pedro. Lleva tus enfermedades, físicas y psíquicas, ante Jesús, con fe en que puede curarlas.