Cargas
La mayoría de la gente lleva cargas de un tipo u otro, muy a menudo impuestas por otros. Jesús tiene claro que nuestra relación con Dios no debe ser una carga más para un pueblo agobiado. Entre las cargas que llevaba Jesús estaba la impuesta por quienes eran hostiles a todo lo que él representaba. Su mayor carga la llevó cuando colgaba de la cruz. Llevó esa carga para poder ayudarnos a llevar nuestras propias cargas. Con su vida, muerte y resurrección, liberó en el mundo el poder del amor de Dios, el poder del Espíritu Santo, un poder vivificante y habilitador. San Pablo estaba agobiado cuando escribió a la iglesia de Filipos desde su celda. Sin embargo, pudo decir: «Todo lo puedo en Aquel que me fortalece» (Filipenses 4:13). El Señor nos fortalece para que llevemos nuestras cargas y podamos ayudar a llevar las de los demás. Como escribe Pablo a las iglesias de Galacia: «Sobrellevad los unos las cargas de los otros, y así cumpliréis la ley de Cristo» (Gálatas 6:2). La ley de Cristo, que es la ley del amor, fruto del Espíritu, no consiste en imponer cargas, sino en levantarlas.
Martin Hogan, La Palabra está cerca de ti, en tus labios y en tu corazón