Cristo renace cada año en nuestros corazones

A muchas personas les resulta difícil el invierno; con el frío y la escasa luz solar, puede ser una época dura. Pero es durante estas semanas cuando los cristianos celebramos algo asombroso: Dios entrando en la humanidad, vistiéndose de piel y viviendo entre nosotros como una persona humana en su totalidad, de una forma que aún nos cuesta expresarlo con palabras. Jesús -un judío palestino que nació en el seno de una familia sin techo, en un refugio de animales de una zona remota del Imperio Romano- fue marginado desde el principio. Sin embargo, transformó la historia y sigue transformando nuestras vidas hoy.

En todas las angustiosas luchas de nuestro mundo, entonces y ahora, nace Dios. Cristo renace cada año en nuestros corazones, si somos capaces de hacerle sitio allí, y en nuestro mundo, si miramos con conciencia en los lugares ordinarios. Al encender la vela blanca de la corona de Adviento en la mañana de Navidad, recordemos lo que representa: la paz, la unidad y la esperanza que el mundo anhela desesperadamente. Se nos invita a alegrarnos con los ángeles y los pastores, uniéndonos en la alabanza y cantando: «Gloria a Dios en las alturas y en la tierra paz, buena voluntad entre los hombres».

Extraído de Lo más profundo: Un viaje con los Evangelios dominicales en el Año de Marcos de Tríona Doherty y Jane Mellet