Momentos «¡Ahá!
Jesús, ayúdame a seguir rastreando tus disfraces para que esté alerta a las infinitas formas en que te haces presente ante mí. No quiero perderme de ti al pasar a mi lado. Te despojaste de la gloria divina al hacerte igual que nosotros, por lo que fue necesario un enorme acto de fe para que la gente te identificara y dijera: «¡Mirad, ahí va el Hijo de Dios!». Y luego vino tu Pasión. Tu disfraz estaba ahora completo. Tus enemigos decían: ‘Baja de esa Cruz, entonces creeremos tus afirmaciones’. Pero no lo hiciste. Mantuviste tu disfraz. Si tú eras Dios, entonces parecía que Dios estaba muerto.
Pero luego resucitaste de entre los muertos, para volver a disfrazarte de jardinero, de viajero en el camino de Emaús, de visitante que pide algo de comer, de figura de pie en la orilla del lago al amanecer. Tú diste pistas: tu mensaje de paz, tu perdón, tu forma especial de partir el pan, tus heridas… todo ello ayudó a los discípulos que dudaban, cada uno a su tiempo, a alcanzar su momento «¡Ahá!». ¿Es esta lenta revelación una bondad para nosotros, que no soportamos demasiada realidad?
Extraído de Soy infinitamente amado: Un mes de meditaciones de Brian Grogan SJ (p.56)