Gestionando la libertad

Dachau estaba más cerca de la ciudad de Munich de lo que pensaba. Por alguna razón pensé que estaría perdido en el campo, fuera de mi vista y de mi mente. Durante la visita descubrí que se construyó a principios de la década de 1930. No se construyó para encarcelar a ningún grupo étnico concreto, sino a cualquiera que discrepara públicamente de la política de Hitler. Esto cambió con el tiempo.

La visita fue a la vez sombría e intrigante. Había mucho que recordar, pero nunca olvidaré una parte de la visita. Al final de la visita, el guía describió los días en que los soldados alemanes abandonaron el campo, dejando a los prisioneros en sus barracones. Cuando los prisioneros se dieron cuenta de que los soldados se habían ido, quisieron abandonar el campo, pero los oficiales aliados a cargo de los prisioneros insistieron en que se quedaran donde estaban. Días después, las tropas aliadas entraron en el campo y liberaron a los prisioneros. Las tropas quedaron conmocionadas por lo que encontraron.

Los comandantes de los campos aliados tenían razón. Si los prisioneros salían a caminos abiertos, podrían haber muerto o también podrían haber sido atacados por las tropas que avanzaban, que no habrían sabido a distancia quiénes eran los que se acercaban.

Permanecí un rato en silencio mientras la visita terminaba. Una vocecita se abrió paso en mi alma y me dijo: «a menudo es más difícil gestionar la libertad que el cautiverio». Esta vocecita y la imagen de aquel campo de prisioneros han vuelto a mí en muchas ocasiones cuando me he enfrentado a cambios, con los nuevos retos y oportunidades que los acompañan.
Alan Hilliard, Sumergirse en la vida: 40 reflexiones para una Tierra frágil