Heridas transformadas y servicio
En mi experiencia de perdonar a quienes me han hecho daño, he aprendido que las heridas a veces permanecen conmigo, pero de un modo transformado, igual que las heridas curadas de Jesús. Pero los sustos dejan de ser simples recuerdos de un dolor pasado. Las heridas transformadas y curadas pueden convertirse en una especie de apertura hacia una relación compasiva con los demás, si se lo permitimos. En un ensayo sobre el servicio, Rachel Remen dice: «Cuando servimos, no servimos con nuestras fuerzas; servimos con nosotros mismos, y sacamos partido de todas nuestras experiencias. Nuestras limitaciones sirven; nuestras heridas sirven; incluso nuestra oscuridad puede servir. Mi dolor es la fuente de mi compasión; mi herida es la clave de mi empatía». Las heridas de Jesús hacen algo más que darnos fe en la Resurrección. Podemos copiar a Jesús y su voluntad de permitir que se toquen sus heridas de un modo que nos ayude a desarrollar nuestras relaciones con los demás y a llevarles también la curación.
Extraído de Guía Ignaciana del Perdón de Marina Berzins McCoy (pp. 90-91)