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Lo que faltaba era esa «bendita conciencia de que formamos parte los unos de los otros, de que somos hermanos y hermanas los unos de los otros», como explicó Francisco en Fratelli Tutti (32). Esto sólo podía entenderse con una lente espiritual. Para Francisco, la clave de nuestra capacidad para afrontar estas crisis y crecer en ellas es una triple pertenencia: a Dios, a la creación y de unos a otros. La pérdida de nuestro sentido de pertenencia a una única familia humana que forma parte de la creación tiene sus raíces en el hecho de cerrarnos a nuestro Creador. El resultado es que estamos excepcionalmente mal preparados para gestionar la transición hacia un futuro mejor.
Extraído de Pertenecer primero a Dios: De retiro con el Papa Francisco de Austen Ivereigh (p.14)