Portador de Dios

Con el tiempo, nuestras imágenes de María se han ido purificando de algún modo, en parte debido a las percepciones culturales del papel de la mujer, pero también debido a la antigua correlación en la tradición de la Iglesia entre «santidad» y «pureza» de la mujer. Volvemos a las raíces de María, a su temprana aparición como la joven valiente, decidida, sin aliento y emocionada que corrió a casa de Isabel, embarazada de la promesa de Dios, preñada de alegría, llevando la Palabra de Dios y transmitiéndola. Muchos de nosotros tenemos una devoción particular a María. El Adviento es un momento ideal para reflexionar sobre lo que María puede enseñarnos acerca de ser discípulo y «portador de Dios» (Theotokos). Dios nos pide a cada uno de nosotros que seamos portadores de su amor y de su Palabra. Nuestro reto es crear un espacio para Dios en toda nuestra experiencia humana, en nuestra alegría y en nuestro quebranto. Sigamos los pasos de la primera evangelista, María. Escuchemos también las experiencias de las mujeres de nuestra Iglesia y de nuestra sociedad que, con su fuerza y entusiasmo, continúan la tarea de llevar a Cristo dentro y hacia el mundo.
Tríona Doherty y Jane Mellett, The Deep End: Un viaje con los Evangelios en el Año de Lucas