Reflexión y aprendizaje
El filósofo Sócrates hablaba de vivir reflexivamente. Se metió en problemas. Es más fácil seguir la corriente y no hacer olas. Sin embargo, sin reflexión, no crecemos. Ignacio de Loyola propone la reflexión como forma de vida. Aprender de la experiencia era esencial para él, pero aplicar ese aprendizaje era aún más importante. Sin reflexión no hay forma de avanzar. Quedamos atrapados en la rutina. Nos quedamos atrapados en una visión rígida del mundo, tanto personal como comunitaria, que inspira decisiones equivocadas que repercuten negativamente en nosotros mismos y en nuestro mundo. Tarde o temprano nos quedamos estancados en nuestras costumbres, incapaces de adaptarnos al cambio. Ignacio nos ha dado metodos útiles para una reflexión estructurada que abarque todos los ámbitos de la vida. Para Ignacio, el lema cartesiano «pienso, luego existo» podría adaptarse mejor a «aprendo, luego existo».
Extraído de Reimaginar la religión: Una visión jesuita de Jim Maher SJ (p.12)