Responder al clamor de la Tierra

Nuestras pantallas están llenas de imágenes aterradoras del cambio climático, que cada vez más se denomina crisis climática, o incluso catástrofe climática. Esta crisis no es algo que ocurra en otras partes del mundo; es algo que ocurre en nuestro mundo, y sólo hay un mundo. El planeta que compartimos no es sólo nuestro «hogar común»; es nuestro único hogar. No existe un Planeta B.

Nuestro futuro -y el futuro del planeta- depende de que afrontemos nuestra responsabilidad tanto global como localmente. La conversión y la fe, la respuesta al clamor de la tierra y al clamor aliado de los pobres, exigen cambios significativos en nuestra forma de vivir, en nuestro estilo de vida. Cambiar nuestra forma de vivir merece llamarse conversión, ya que la verdadera conversión no es sólo un cambio de práctica, sino que requiere un cambio de corazón, una transformación desde dentro. El cambio desde dentro sólo puede producirse de forma sostenida cuando es alimentado por Aquel que vive dentro de cada persona. El encuentro con el Señor en la Palabra de Dios, en la vida de la Iglesia y entre nosotros es el alimento que transforma nuestras vidas. Es ahí donde descubrimos las raíces de la conversión ecológica.

Extraído de El Mensajero del Sagrado Corazón, marzo de 2022, Arzobispo Dermot Farrell